lunes, 11 de julio de 2011

La anchoa aprueba el examen de huella de carbono.


A raíz de una propuesta de la unión europea en la que se pretende que todos los productos alimenticios dispongan en su etiquetado de la información correspondiente a su huella de carbono, CEOE-Cepyme ha elaborado un estudio según el cual la elaboración de la anchoa del cantábrico tiene muy poco impacto ecológico, en cuanto a su huella de CO2 se refiere.
La huella de carbono es una medida de los gases de efecto invernadero (GEI) emitidos en la fabricación de un producto, en este caso, o debidos al trabajo de cada día de una fábrica o empresa... o incluso producidos en el día a día de una persona o una familia. Esta medida pretende servir de comparativa, para poder medir el grado de contaminación o ecología derivado de la fabricación de un producto.
La unión europea pretende introducir normativas que obliguen a que los productos incluyan en su etiquetado su huella de CO2, como forma de potenciar la competitividad hacia unos productos más respetuosos con el medio ambiente. De hecho, en Francia ya se ha aprobado una nueva norma según la cual a partir del año que viene todos los productos agroalimentarios deberán mostrar esta información.
En el caso de la anchoa del Cantábrico, se trata de parte de un proyecto pionero en España que sienta las bases para que las distintas empresas del sector puedan a dar a conocer sus emisiones de carbono. Se ha analizado el "ciclo de vida" de un octavillo de anchoas del Cantábrico en aceite de oliva fabricado en Santoña, desde el momento en que el barco de pesca sale de su puerto, pasando por su elaboración en una conservera de Santoña, su llegada al consumidor final desde un punto de venta, y el posterior tratamiento del residuo generado.
El resultado ha sido que la huella de carbono de un octavillo de anchoas del Cantábrico en aceite de oliva es de 80 gramos, lo que supone un resultado muy satisfactorio, que aprueba con creces las recomendaciones dadas por la unión europea.

Australia anuncia un impuesto para reducir las emisiones de CO2

A partir del 1 de julio de 2012 Australia planea lanzar un nueva tasa que recorte 159 millones de toneladas de dióxido de carbono al año para 2020. La medida afectará a unas 500 empresas del sector eléctrico, minero y de energía y está considerada como una de las más ambiciosas después del sistema creado en la UE en 2005 para regular las transacciones de derecho de emisión de los sectores más contaminantes.